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PARRANDA DEL SOPÓN

Por Tuna de Cayey

A las dos de la mañana nos comimos un sopón

y se nos pegó un dolor allá por la madrugada.

A las dos de la mañana nos comimos un sopón

y se nos pegó un dolor allá por la madrugada.


Cogieron una gallina, le cortaron el pescuezo,

le cortaron la pollina, todo el mundo en la cocina,

comentaba aquel suceso, que no quedaría

ni un hueso, de aquella pobre gallina.


A las dos de la mañana nos comimos un sopón

y se nos pegó un dolor allá por la madrugada.

A las dos de la mañana nos comimos un sopón

y se nos pegó un dolor allá por la madrugada.


A las dos de la mañana nos comimos un sopón

y se nos pegó un dolor allá por la madrugada.

A las dos de la mañana nos comimos un sopón

y se nos pegó un dolor allá por la madrugada.


Con aquella algarabía que en la fiesta se formó,

el gallo se despertó, no creyó lo que veía.

Brinco hizo lo que pudo, se le encrespó tó a la cresta

pero al terminar la fiesta, el gallo era gallo viudo.


A las dos de la mañana nos comimos un sopón

y se nos pegó un dolor allá por la madrugada.

A las dos de la mañana nos comimos un sopón

y se nos pegó un dolor allá por la madrugada.


A las dos de la mañana nos comimos un sopón

y se nos pegó un dolor allá por la madrugada.

A las dos de la mañana nos comimos un sopón

y se nos pegó un dolor allá por la madrugada.


Se comieron el sopón con gusto y mucha alegria.

Y al rato se retorcían y sentían un gran dolor la gente.

De aquel sopón comentaba y decían eso fue una maldición,

que el Gallo no echaría.


A las dos de la mañana nos comimos un sopón

y se nos pegó un dolor allá por la madrugada.

A las dos de la mañana nos comimos un sopón

y se nos pegó un dolor allá por la madrugada.


Allá por la madrugada aquel gallo se reía.

Allá por la madrugada aquel gallo se reía.

Allá por la madrugada aquel gallo se reía.

Allá por la madrugada aquel gallo se rió.


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